La ALIMENTACIÓN es un factor esencial para alcanzar un buen estado de salud. Sin embargo, a estas alturas del desarrollo humano, es posible que no seamos conscientes en toda su medida la importancia y la directa relación que hay entre ambos conceptos, hasta que no comprobamos que cuando nos alimentamos mal, nuestra salud se deteriora. En toda una vida ingerimos aproximadamente unos 60.000 kilos de alimentos cuyas moléculas se quedan en nuestro interior y pasan a formar parte de nosotros, de forma que el famoso dicho de "somos lo que comemos" es una absoluta realidad, ya que de la manera con la que gestionemos esas 60 toneladas va a depender en gran medida nuestra vida.

Todo lo que comemos y bebemos nos afecta tanto a corto como a largo plazo, y lo hace de forma positiva o negativa a nuestra salud. Sabemos que hay multitud de enfermedades, y cada día más, que son producidas por una alimentación distorsionada, equivocada y generalmente excesiva.

Los términos ALIMENTACIÓN y NUTRICIÓN generalmente se utilizan de forma sinónima, parecen lo mismo, pero en realidad son conceptos diferentes. Lo que en realidad utilizamos de los componentes de los alimentos, son los denominados Nutrientes. Los podemos definir como aquellas sustancias o elementos que existen en los alimentos, que el cuerpo humano no las puede producir y que son esenciales para la salud y la vida. Los Nutrientes esenciales de nuestro organismo son solamente tres moléculas, los Hidratos de carbono, las Grasas y las Proteínas, que denominamos "Macronutrientes" y se encuentran en mayor o menor medida y proporción en todos los alimentos. Los Macronutrientes poseen capacidad de aportar energía para soportan todos los procesos biológicos de nuestro organismo. A esto hay que añadir las Vitaminas y los Minerales que no aportan energía como tal, pero si componentes estructurales y bioquímicos indispensables para el correcto funcionamiento del organismo, y los denominamos "Micronutrientes".

Además de las propiedades nutricionales que hemos señalado, los alimentos tienen una importante función biológica y es la relativa a sus propiedades añadidas. Llamamos “ALIMENTOS "FUNCIONALES" a aquellos que contienen componentes químicos, que pueden ser nutrientes o no, pero que poseen un efecto específico sobre una o varias funciones del organismo, lo que les da una cualidad más que se añade al valor nutricional puramente descrito. Muchos componentes nutricionales de los alimentos pueden ser al mismo tiempo "funcionales". Esto es muy interesante y le da una nueva dimensión y valor a la alimentación, ya que el consumo de estos alimentos aporta "algo más" que su simple función nutricional.

Estas sustancias son de origen natural y se encuentran en la composición básica de algunos alimentos y hasta hace poco no se conocían o no se tenían en cuenta al ignorar su valor. Como ejemplos de alimentos cotidianos con esta propiedad, tenemos unos muy conocidos como el tomate que contiene licopeno, antioxidante importante como preventivo en el cáncer de próstata, el brócoli que contiene sulforafano, reconocido como anticancerígeno, la zanahoria con carotinoides, el pescado y frutos secos con omega 3, la cúrcuma y el jengibre con capacidad antiinflamatoria y regeneradora del sistema nervioso, y un larguísimo etc., que hace que la alimentación adquiera una dimensión nueva y excelente . Dentro de este contexto surge “Alimentación Funcional SL”, como una empresa dedicada a desarrollar, impulsar, estimular y ofrecer todas las potencialidades que los alimentos aportan y presentarlos dentro del mejor entorno gastronómico para optimizar y facilitar su consumo.

Por lo tanto para diseñar una alimentación saludable, son dos las cuestiones inmediatas que se nos plantean, y ambas son la clave de una alimentación saludable: “qué comemos”, es decir cuáles son los alimentos que elegimos para componer nuestra alimentación diaria, en “qué cantidad” los vamos a consumir y finalmente a que “procesos culinarios” y de “conservación“ los sometemos al cocinarlos, para no estropear sus características propias.